Ambas tienen sus ventajas y son buena opción en diferentes escenarios de uso. La conexión Wi-Fi es fundamental para crear entornos multidispositivo con varios equipos conectados al mismo tiempo sin depender de una enorme maraña de cables.

Por su parte el cable permite conectar un único dispositivo, pero tiene ventajas importantes: una mayor estabilidad, una menor latencia y un rendimiento más consistente.

En general lo ideal es combinar ambos tipos de conexiones y darles el uso más apropiado en función de nuestras necesidades. Si vamos a jugar y a ver contenidos en 4K lo mejor es tirar de cable.

Estoy seguro de que esta es una de las preguntas más habituales, y también es una de las que parece, a priori, más complicadas, pero la verdad es que no resulta tan difícil de contestar.

Vamos a partir de una idea muy simple: el mínimo necesario para llevar a cabo diferentes tareas a través de Internet. Si solo quieres navegar el mínimo son 3 Mbps, mientras que para jugar online no debemos contar con menos de 8 Mbps.

Si quieres reproducir contenidos multimedia en streaming con resolución HD lo mínimo que necesitas son 5 Mbps, y si quieres disfrutarlos en 4K deberás contar al menos con 25 Mbps. No son cifras exageradas, como puedes ver. En general con una conexión que tenga 30 Mbps de velocidad de bajada y al menos 3 Mbps de subida es suficiente para tener una buena experiencia en general.

Cuando nos conectamos a Internet vía Wi-Fi recibimos ondas de radio del router que tienen una forma muy curiosa (recuerdan a los donuts). Esas ondas se ven afectadas por los obstáculos que encuentren (muros, puertas, étc), y también por los dispositivos y electrodomésticos que emitan ondas de radio que operen en su misma frecuencia.

Los obstáculos bloquean la señal y reducen su intensidad, mientras que las ondas de radio de otros dispositivos causan interferencias que afectan a la estabilidad de la misma. A esto debemos unir, además, que el peso que tiene la distancia.

Si estás en una zona muy alejada del router la señal llegará con poca fuerza, y si encima esta tiene que atravesar muchos obstáculos y está sometida a interferencias puede que acabes teniendo una zona muerta, es decir, una sección de tu hogar u oficina en la que no puedes conectarte a Internet. Puedes solucionar este problema moviendo el router, reduciendo los obstáculos o, en última instancia, comprando repetidores Wi-Fi.

Hay muchas razones por las que una conexión a Internet puede ir lenta. Antes de nada lo primero que debemos tener claro es que no se deba a un problema de nuestro ISP (proveedor de Internet). Por ejemplo, si se ha producido una caída parcial de la red y nos afecta lo único que podremos hacer es esperar a que la situación se resuelva.

Una vez que hemos descartado eso podemos pasar a considerar las siguientes causas:

Router mal situado (si está muy lejos de donde queremos que llegue la señal, rodeado de obstáculos, étc).

No estamos utilizando el estándar Wi-Fi correcto: Wi-Fi 4 llega más lejos pero tiene menor velocidad, mientras que Wi-Fi 5 tiene menos alcance pero mayores velocidades.

Hardware inadecuado: puede que nuestra tarjeta de red o el cable que utilizamos no sean capaces de gestionar velocidades muy elevadas. No es habitual en estos tiempos, pero si tenemos un equipo antiguo debemos valorarlo.

Intrusos en nuestra red Wi-Fi que están consumiendo nuestro ancho de banda.

Descargas en segundo plano, ya sean consentidas o motivadas por malware. Incompatibilidades a nivel de hardware, software y firmware

En sentido estricto no, de hecho con el estándar Wi-Fi 5 fue posible superar la barrera de 1 Gbps. El problema es que, por sus propias limitaciones (punto tres) la velocidad real que acabamos disfrutando queda muy por debajo del máximo teórico.

Por ejemplo, cuando hablamos de que un router es capaz de alcanzar 1.733 Mbps en la banda de 5 GHz bajo Wi-Fi 5 no estamos diciendo que ese sea el valor que vamos a disfrutar en todo momento, sino que se trata del «mejor escenario posible», es decir, de un valor máximo.

Conforme nos alejemos del router y empiecen a surgir obstáculos e interferencias la velocidad se irá reduciendo de forma considerable.